El olor de la noche es la sexta novela con el comisario Salvo Montalbano como protagonista. En esta ocasión, la obra comienza con la desaparición del contable Emanuele Gargano. Este hombre tenía una sociedad, La Rey Midas, con sede en Bolonia que había abierto cuatro delegaciones en la provincia de Montelusa. Dos años atrás, Gargano se había presentado en Vigata para entregar los intereses del veinte por ciento a unas decenas de jubilados que le habían confiado sus ahorros. Cuando se corrió la voz, «la gente comenzó a hacer cola delante de las ventanillas de las distintas agencias locales, suplicando a Gargano que aceptara su dinero». Los tres primeros semestres cada uno fue cobrando los intereses acordados, pero al cuarto semestre, Emanuele Gargano desapareció. Había dos hipótesis: la primera, lo situaban «en la Polinesia, donde se lo estaba pasando en grande con bellísimas mujeres medio desnudas, burlándose de quienes habían depositado en él su confianza y sus ahorros»; la segunda, «el contable se había aprovechado imprudentemente del dinero de algún mafioso y estaba criando malvas un par de metros bajo tierra o bien sirviendo de alimento a los peces del mar».

Inicialmente Mimi Augello colaboraba en la investigación que llevaba Guarnotta, pero cuando un aparejador estafado entre armado y amenaze de muerte a Mariastella, la única dependiente del despacho de Vigata que acudía todos los días a su puesto con el convencimiento de que Gargano volvería, Montalbano se interesará en el caso.  

«- ¿O sea, que tú, Mimì, no perteneces a la escuela de pensamiento según la cual Gargano se lo está pasando en grande en una isla de los mares del Sur?

– No. ¿Y tú qué piensas?

– Yo pienso que tú y Guarnotta sois un par de gilipollas».

Montalbano irá interrogando a los empleados que trabajaron con Gargano. Uno de ellos, Giacomo Pellegrini, ha viajado por trabajo a Alemania a petición de Gargano y no ha vuelto. El que se esté construyendo un lujoso chalet entre Vigata y Marinella despertará las sospechas (y la ira por un, o el, olivo) de Montalbano.

En El olor de la noche nos encontraremos con personajes y referencias a novelas anteriores en las diferentes subtramas. Así, el caso de la adopción del pequeño François que conocimos en El ladrón de meriendas (Il ladro di merendine) será utilizado como arma arrojadiza por el jefe superior contra Montalbano sirviéndose de un anónimo que ha recibido, el mujeriego Mimi Augello ha decidido casarse con Bebba que apareció en la anterior novela La excursión a Tíndari (La gita a Tindari) pero le vienen todas las dudas según se acerca la fecha de la ceremonia. Montalbano se siente envejecer y su relación con Livia le hace replantearse su vida. Todo ello, no exento del humor e ironía marca de la casa de Camilleri. 

En un tono mucho más serio y de denuncia, hay referencias al pasado reciente de escándalos de financieros (Michele Sindona y Roberto Calvi) que alcanzaron cuotas importantes de poder y popularidad y que se vieron inmersos en diferentes escándalos políticos, mafiosos y de la masonería: » ¿(…) era una cabeza parcial el que acabó ahorcado bajo el puerto de los Blackfriars de Londres? Y el otro que simuló haber sido secuestrado por la mafia, mandó que le pegaran un tiro en una pierna y se fue a beber un café envenenado en la cárcel?» No en vano, como explica el propio Camilleri al final de la novela, que la idea de escribir una novela sobre un «mago de las finanzas» le vino por un artículo del periodista de investigación Francesco La Licata titulado Multinazionale Mafia, «en el que se hacía referencia al caso de Giovanni Sucato («el mago» precisamente), que consiguió, mediante una especie multimillonaria cadena de San Antonio, levantar un imperio. Después saltó por los aires en un coche».

El título de la novela, El olor de la noche, proviene de un comentario que realiza un personaje: «Según la hora, la noche cambia de olor». El propio Camilleri en la entrevista que le realiza Gianni Bonina en Tutto Camilleri afirma que durante décadas trabajó de noche y «le puedo asegurar que la noche cambia de olor a cada hora que pasa».

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