Quinta novela del comisario Montalbano. En esta ocasión investigará el asesinato de un hombre cuando abría el portal de su casa.

Inicialmente Montalbano no deberá ocuparse del caso ya que, en palabras del fiscal, él deberá solo encargarse de los “hurtos, peleas, menudeo, peleas, control de los extracomunitarios”. Para los asuntos de calado estará el nuevo jefe de la “Mobile”, Ernesto Gribaudo. Éste no llegará a la comisaría, aquejado de disentería, Montalbano retomará el caso y “agradecerá a la virgen por haber obligado Gribaudo a no alejarse más de medio metro del retrete”.

Al mismo tiempo que Fazio, uno de los ayudantes de Montalbano, descubre que el muerto, sin ingresos conocidos, pagaba un alquiler, tenía dos coches y todo tipo medios de última tecnología en su piso, desaparecerá una pareja de ancianos que vivían en el mismo bloque de pisos del asesinado. Por si fuera poco, un mafioso, Balduccio Sinagra, pedirá entrevistarse con el comisario Montalbano para decirle sin decirle dónde encontrar a su sobrino, juzgado en rebeldía y en medio de una guerra entre bandas. Para rematar, la armonía se verá alterada en el grupo de trabajo de Montalbano porque Augello ha anunciado su boda y la solicitud de traslado a otra comisaría, si bien inmediatamente retirada por un comentario despectivo para los policías de Vigata.

En esta entrega, el comisario Montalbano tiene todos los ingredientes para ser un personaje antipático. Es egoísta y egocéntrico, opuesto a todo cambio en cualquier faceta de su vida o de los que la rodean. Sin embargo, el genio de Camilleri hace que se nos escape alguna sonrisa irónica, ya sea con la actitud de Montalbano o sus pensamientos. Mención aparte cuando el comisario trata con el abogado mafioso o asistimos a los diálogos del comisario con los vecinos del muerto o los compañeros de viaje de la pareja desaparecida. En ocasiones, no es ironía, sino sarcasmo, por ejemplo, al comienzo de la novela recuerda un antiguo compañero, Carlo Militello, “el más inflexible, comparado con Ho Chi Minh habría parecido un reformista socialdemócrata”, ahora convertido en “un hombre de orden, defensor de los grandes valores (tanto los de la Bolsa, como los de la Familia, Patria y Libertad)”.  

Dos curiosidades: la primera, Montalbano  intentará leer una novela de Vázquez Montalbán, a quien Camilleri homenajeó bautizándole con su nombre, pero siempre le interrumpirán. La segunda curiosidad: Montalbano  sale malparado en una pelea e Ingrid se encargará de darle pomada y vendarlo. Pasarán la noche juntos. En la entrevista que le realiza Gianni Bonina a Camilleri le pregunta directamente si “ha cedido a la tentación”. Camilleri contestará “Si lo hubiese sabido, lo habría escrito”. Dejo al lector su interpretación de los hechos y que disfrute de esta nueva entrega de la serie de Montalbano.

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