La vida de Charles Willeford fue de todo menos sencilla. Su padre murió cuando él tenía tres años y su madre cuando tenía ocho. Se fue a vivir con su abuela en 1927, dos años después comenzaría la «Gran depresión». Con doce años y por el temor a que su abuela no fuera capaz de alimentar a los dos, Willeford decidió abandonar su casa y la escuela. Estuvo vagabundeando durante un año y su situación no mejoró hasta que logró enrolarse en el ejército mintiendo sobre su edad. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial fue enviado a Europa donde fue herido y obtuvo varias condecoraciones por su valor, entre ellas, el corazón púrpura. Se licenciará y trabajará como boxeador, actor, profesor… No alcanzará el éxito como escritor hasta la edad de cincuenta y siete años con la primera novela del detective Hoke Mosely: Miami Blues.

Pick-up fue su segunda novela publicada, la anterior, High Priest of California, la escribió en 1953 cuando aún estaba en el ejército y en la que nos anticipa una de las claves de Willeford: la predominancia de los personajes sobre la trama. En Pick-up el protagonista es Harry Jordan, un pintor fracasado que malvive en San Francisco tras la barra de un bar. Narrada en primera persona nos recuerda cómo fue su vida desde que sirvió un café a esa mujer y «notó que la estaba mirando. Sus ojos eran de un marrón siena, salpicado con pequeñas, danzantes partículas de oro brillante». Le servirá otros dos cafés más y la mujer le revelará que no tiene dinero. No recuerda dónde ha perdido su monedero. Él acabará pagándole de su bolsillo las consumiciones y ayudándola a encontrar un sitio donde pasar la noche. La presentación de los dos personajes no tiene desperdicio: «Mi nombre es Harry Jordan -dije solemne- Tengo treinta y dos años y cuando no trabajo, bebo» y ella «Mi nombre es Helen Meredith. Tengo treinta y tres años y no trabajo. Bebo todo el tiempo». De hecho, la mujer ha bebido tanto que no recuerda si ha llegado a San Francisco en autobús o en tren, por lo que no puede recuperar su equipaje de la taquilla.

Y es que el alcohol y un pasado que pesa sobre los dos condenará a esta pareja desde el principio. Vivirán juntos o, mejor dicho, intentarán vivir la vida con una botella. Nunca la felicidad será plena. Por ejemplo, a petición de Helen, Harry la pintará desnuda y volverá a imaginarse una vida como pintor.

«Pintar y amar era todo lo que necesitaba para ser feliz. Helen continuaba bebiendo y durante el día, ebria o sobria, si le decía que posase, ella lo hacía sin ningún reparo…»

Helen es una mujer que se está autodestruyendo y Harry intentará salvarla porque los dos se aman. Willeford nos dará momentos de respiro en los que parece que aún se pueden agarrar a la vida, pero no será más que un espejismo. Harry y Helen tomarán una decisión fatal para no seguir malviviendo, en un laberinto sin salida.

Es una novela negra de denuncia, del alcoholismo y la precariedad de unas vidas que están condenadas social y psicológicamente. Los protagonistas son plenamente conscientes de su situación y de su negro futuro. Por ejemplo, hay una escena en la novela, en la que Harry advierte al dueño del local donde suele comer y beber, el Big Mike´s Bar, que no le fíe más de quince dólares, y aunque se lo suplicase, que no le dé más crédito.

La pareja descenderá a los infiernos, pero en las últimas páginas del libro la historia dará un giro inesperado y el final será uno de los más desoladores y poéticos que haya leído en una novela negra.

Por último, reseñaré que hay críticos literarios que han imaginado que esta novela la habrían podido escribir a cuatro manos David Goodis y Horace McCoy… Con eso lo digo todo.

Fuentes

https://crimereads.com/the-life-and-times-of-charles-willeford-miamis-weird-wonderful-master-of-noir/

https://donherron.com/some-essays/collecting-charles-willeford/

https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2000/05/the-unlikely-father-of-miami-crime-fiction/305143/

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