Antes de Pista negra, los lectores italianos conocieron a Rocco Schiavone, «subjefe» de policía, que no comisario, en un relato publicado por Sellerio, Capodanno in giallo, junto a otros escritores en 2012. Un año después publicaría La pista negra. ¿Cómo es este Rocco Schiavone? Es un tipo malhumorado, con su escala de «tocada de cojones», que tras cuatro meses en Aosta, a pesar de la nieve y el hielo, aún se niega a cambiar sus clarks. Un hombre que habla con su mujer cuando está solo, que se salta la ley y el procedimiento policial a partes iguales, que fuma marihuana y que no encaja, o no quiere encajar, en su nuevo destino. Un destino no solicitado, sino impuesto por un oscuro asunto ocurrido en Roma.

Pista negra comienza cuando Amadeo Gunelli, alisando la pista más larga de la estación de esquí de Campoluc, recibe la orden de su jefe de desplazarse a la parte baja de la pista, donde el mal tiempo no será un peligro por su poca experiencia en el puesto, solo tres meses. Al descender con la máquina por uno de los caminos secundarios, oye un ruido. Inicialmente piensa que ha pasado por encima de una gallina… «Estaba a punto de pisarlo, cuando por fin vio lo que era: un rodal de sangre roja, adherida al manto inmaculado de la nieve. Era enorme. A no ser que hubiera atropellado un gallinero entero, para un solo animal aquella cantidad de sangre era exagerada. Rodeó la mancha hasta el punto donde el rojo era más intenso, casi brillante. Se agachó, miró mejor. Y lo vio. Se alejó corriendo, pero no consiguió llegar al bosque. Vomitó directamente en el atajo de Crest».

Cada capítulo es un día de la semana en el que avanzan las indagaciones de Rocco Schiavone, al tiempo que vamos conociendo más detalles de su personalidad y de los otros policías que tiene bajo su mando. Dos de ellos prefiere tenerlos lo más alejado posible y otros dos destacan por su profesionalidad. Rocco Schiavone dará con el asesino en un localidad donde todos conocen a todos y todos están en algún grado relacionados unos con otros. Lo resolverá como Sherlock Holmes dándonos todas las pistas a lo largo de la lectura y con un número de sospechosos limitado al círculo de conocidos de la víctima. Sin embargo, lo que destaca es la personalidad y rebeldía del protagonista, Rocco Schiavone. Rara vez tiene una palabra amable, y, sin embargo, Antonio Manzini logra que nos caiga simpático este cascarrabias, maleducado. Además, su pasado humilde en Roma y una desgracia familiar, harán que empaticemos con el protagonista. Aquí un ejemplo:

«Rocco Schiavone tenía una personalísima valoración de la escala de tocadas de cojones que la vida le reservaba día tras día con absoluta indiferencia. La escala comenzaba en el sexto grado, o sea, todo lo relacionado con las obligaciones domésticas: recados, fontaneros, alquileres… En el séptimo estaban los centros comerciales, los bancos, las oficinas de correos, los laboratorios de análisis (….) El octavo grado incluía, en primer lugar, hablar en público, seguido de los trámites burocráticos de su trabajo (…) En el noveno figuraban los estancos cerrados, los bares sin helados Algida, encontrarse con alguien que le soltara rollos interminables y, sobre todo, las vigilancias con agentes que no se duchaban. Por último, estaba el décimo grado. El non plus ultra, la madre de todas las tocadas de cojones: tener que apechugar con un caso».

Muchos han señalado a Rocco Schiavone como el sucesor del comisario Salvo Montalbano, el propio Camilleri no dudó en hacer leer al comisario una de las novelas de Manzini en Tirar del hilo. Sin embargo, aparte del contraste entre la cálida Sicilia y la nevada Aosta, el personaje de Rocco Schiavone es mucho más oscuro y atormentado y el trasfondo de crítica social y moral más acentuado lo que le acercan más a la novela negra que a la policial propiamente dicha.

Como curiosidad, Manzini dio a leer el borrador de la novela a su mujer, ésta le dijo que iba a ir al abogado a pedir el divorcio. Manzini releyó la novela y suavizó un personaje que había nacido «asesino, drogadicto y ladrón». Por último, al igual que hay serie televisiva con Montalbano, Rocco Schiavone tiene la suya protagonizada por Marco Giallini.

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