El director de la policía judicial se encuentra en Praga, el subdirector se ha desplazado a Normandía porque una de sus hijas está enferma y el rey de España visita Paris, por lo que todos los inspectores disponibles reforzarán la seguridad. Maigret, por ser el comisario más con mayor antigüedad, será responsable de todas las investigaciones que surjan. Por ello, cuando reciba el telegrama de Nevers, él deberá hacerse cargo del caso en medio de un «calor sofocante». El telegrama dice:

«Emile Gallet, viajante, con domicilio en Saint-Fargeau, Seine-et-Marne, asesinado la noche del veinticinco al veintiséis. Hotel del Loira en Sancerre. Numerosos detalles extraños. Favor de avisar familia para reconocimiento cadáver. Si posible envíen inspector de París»

Maigret se pone manos a la obra. Visita a la mujer del fallecido. Una mujer de familia aristocrática venida a menos. El primer encuentro no es cordial y la mujer se niega a creer que su marido sea el fallecido hasta que no tenga más remedio que aceptarlo.

El señor Gallet no tenía «¡ni enemigo, ni amigo! Vivíamos apartados, como todos los que han conocido otra época que la época brutal y vulgar de la posguerra…»

El médico le da más detalles a Maigret «primero, el hombre ha recibido una bala en la cabeza. Pero parece que habría podido vivir todavía dos o tres horas. Acto seguido, ha recibido una puñalada en el corazón y la muerte ha sido inmediata… El cuchillo ha sido encontrado». El revólver no.  Maigret no cree en la intuición o las corazonadas.

«Tenía cuarenta y cinco años. Había pasado la mitad de su vida en las secciones más diversas de la policía: menores, vía pública, costumbres, en la brigada de estaciones y en la de juegos. Lo suficiente como para abandonar toda veleidad de misticismo y fe en la intuición»

Al mismo tiempo, pese a toda esa experiencia se sigue asombrando al ver cómo las relaciones familiares y amorosas pueden depender tanto de las cuestiones materiales.

Paso a paso entrevista a todas las personas que pudieron ver y tratar con la víctima. Hace venir a un experto que tras analizar unos papeles quemados es capaz de descubrir unas palabras claves en la investigación. El método de trabajo de Maigret se resume en la respuesta que le da al hijo de la víctima, molesto por las preguntas que le hace el comisario:

«—¿Usted investiga al asesino o a la víctima? —articula lentamente el joven.

—Conoceré al asesino cuando conozca bien la víctima…»

El comisario Maigret empatiza con la víctima. Se imagina al fallecido en su día a día, cómo se siente, qué puede haber pensado en cada situación. No duda en reproducir la escena del crimen y hacer él de muerto y con uno de sus ayudantes buscar la explicación al crimen revisando todos los detalles una y otra vez. Un crimen en el que habrá más de un giro, pues el protagonista ausente, el señor Gallet, no es quien creía todo el mundo, incluyendo su familia y se hará patente la hipocresía y superficialidad de unos personajes que se mueven y relacionan solo por lo que uno tiene, el apellido heredado o el qué dirán.

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