Con Tres funerales para Eladio Monroy Alexis Ravelo comenzó la serie literaria que tiene como protagonista a un tipo «alto, corpulento, con la cabeza rasurada, una letra K tatuada en el antebrazo izquierdo y un chirlo en la mejilla derecha». Su rutina diaria comienza en el bar Casablanca, donde lee el periódico. Allí se junta con el Chapi quien le propone un trabajo de chófer y escolta para un «tipo va a estar aquí un día o así. Tú lo recoges en el aeropuerto, lo llevas en coche a hacer sus gestiones, te pasas el día por ahí con él y lo acompañas otra vez al aeropuerto». Monroy completa su pensión de jefe de máquinas con pequeños trabajos como ese, si bien «los años comenzaban a pesar sobre sus energías. Sin embargo, era un hombre duro» y vive y deja vivir.

Monroy tiene una hija, Paula, una ex, Ana Mari y una relación amorosa con su vecina, Gloria, librera. Por cierto, su selección de libros dará para más de una crítica no poco velada. Cuando Eladio Monroy vuelve a su casa, además del mensaje de Gloria en el contestador automático, autoinvitándose a cenar y a que le prepare unos «calamares compuestos» (escena incluida con la receta y preparación en la mejor tradición de la novela negra mediterránea), se encontrará con un mensaje de su ex, a la que detesta, a su vez su hija en común lo detesta, el caso es que su ex le reclama que le llame urgentemente. Nuestro protagonista decide que «no te voy a llamar hasta por lo menos dentro de un par de días. No por nada. Solo por joder».

Monroy demostrará su saber hacer y profesionalidad con el encargo de chófer y guardaespaldas. Los diálogos entre el empresario y Monroy, dos personajes que son como la noche y el día, no tienen desperdicio en cuanto a crítica social y política, no exento de humor negro:

– Es usted un tío desagradable, Monroy. Pero da que pensar. Hay que reconocerlo. ¿A qué universidad fue? ¿Qué fue lo que estudió?

-Veinte años en la marina mercante. Jefe de máquinas.

-Está hecho todo un Corto Maltés.

-Muy halagador.

Sin embargo, la historia sórdida será la que le encargue su ex a Monroy. Una historia que le hará sumergirse en el mundo de la prostitución y la trata de blancas. Aparentemente inconexa con la anterior, pero que el lector entenderá posteriormente por qué están relacionadas. Prefiero no revelar nada de esta parte y que el lector vaya descubriendo los detalles del encargo, la hipocresía de los personajes y lo cruel de la vida.

En Tres funerales para Eladio Monroy el protagonista intentará hacer justicia a aquellos que disponen de la vida de los demás como simples objetos o medios para otro fin. Monroy puede ser un asesino implacable y el que da conversación a su vecino mayor o el que jura no pisar un comercio comercial por el atentado urbanístico que ha supuesto en el paisaje o el que consigue un trabajo a un inmigrante deseoso de trabajar dignamente. O al que le asusta su progresiva implicación en su relación con Gloria. En resumen, un personaje tan complejo y tan contradictorio como humano. Tan redondo que no cuesta imaginárselo caminando por la calle o tomándose un cortado en la barra de cualquier bar. Un personaje que invita a continuar leyendo el resto de sus novelas.

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