Tras El alquimista impaciente, Lorenzo Silva nos trae La niebla y la doncella, la tercera entrega de la serie de la pareja de guardia civiles Bevilacqua y Chamorro. En esta ocasión el comandante Pereira les enviará a La Gomera a resolver un crimen que se cometió hacía «dos años y tres meses», «lo que en la jerga de la unidad central solíamos llamar un asunto podrido».

«(Los guardias civiles Siso y Anglada) divisaron el BMW rojo, bastante mal aparcado. La matrícula empezaba por dos sietes. Cuando se acercaron a inspeccionarlo comprobaron que estaba abierto y que la cerradura mostraba signos evidentes de haber sido forzada. También habían manipulado los cables bajo el volante. Pero los que más les llamó la atención fue sin duda lo que encontraron en el asiento del copiloto. Había manchas de sangre en el reposacabezas, el respaldo y la banqueta».

El dueño de ese BMW, Juan Luis Gómez Padilla, vicepresidente del cabildo insular y segundo teniente de alcalde de la capital de la isla, había denunciado tarde su robo. Diez días después, Margarethe von Amsberg denunció la desaparición de su hijo, Iván López von Amsberg de veintidós años años. Las posteriores pesquisas de la guardia civil y los análisis de la sangre condujeron al arresto y acusación de Juan Luis Gómez Padilla. La hija de éste, Desirée, menor de edad «y morbosamente atractiva, era conocida del vecindario por su ligereza de costumbres» se acostaba con Iván López. José Luis Gómez Padilla había tenido más de una discusión con él, «la más violenta había tenido lugar a la puerta del domicilio». Sin embargo, fue absuelto en el juicio.

Se reabre la investigación no ya solo por la absolución del supuesto culpable, sino porque la madre de la víctima es la cuñada del nuevo delegado del gobierno en Las Palmas. Una razón de peso para que Bevilacqua haya de andarse con pies de plomo y sienta toda la presión para resolver el caso. El viaje a la Gomera trastocará los planes del fin de semana de Chamorro y la relación que había comenzado.

Bevilacqua y Chamorro encontrarán toda la colaboración de los compañeros en la isla. Además les ayudará en sus pesquisas, Ruth Anglada, vieja conocida de Chamorro, y que estuvo presente cuando se produjo la persecución del BMW y su posterior descubrimiento con las manchas de sangre.

«Era de tez morena, pelo casi negro, largo y suelto, ojos oscuros, un poco menos de metro setenta, de complexión atlética pero marcadamente femenina. Podría decir también que iba bien vestida, prendas informales pero no seleccionadas al tuntún. Y podría añadir que su maquillaje era discreto pero perceptible y que olía a un perfume de los que no compras con un billete de 20 euros. Pero lo que debo decir, sobre todo, es que apenas la vi, y aun antes de que abriera la boca, mi olfato para el desastre intuyó en la cabo Ruth Anglada a una de esas mujeres que infaliblemente me crean problemas.»

Investigarán el entorno de la madre de la víctima, Margarethe von Amsberg, quien por entonces estaba saliendo con un instructor de submarinismo con el que su hijo había discutido, el entorno del joven, el cual compraba droga y puede que incluso traficara por el dinero que manejaba. A medida que van recomponiendo los hechos, Anglada se aproxima a Bevilacqua, la relación con Chamorro, ya sea por un secreto que no revela del pasado y, o por las discusiones con su pareja, parece deteriorarse.

En La niebla y la doncella, destaco las descripciones de la isla de la Gomera y esa niebla, donde lo físico y lo emocional por veces se entremezclan creando imágenes muy hermosas. Además, hay que valorar en el aspecto psicológico cómo la relación de la pareja de guardia civiles se refuerza aún más gracias a los conflictos que surgen en la isla, los secretos revelados, las órdenes indeseadas… Tampoco faltan momentos de humor y de burla de uno mismo, como en la escena de la playa que tiene ecos de la primera entrega El lejano país de los estanques.

Bevilacqua con sus fallos y sus aciertos, sus reflexiones y análisis con la distancia que da el contar una historia ya ocurrida eleva lo que es más que una novela policial. Termino con uno de sus pensamientos en voz alta en conversación con Chamorro:

«Sigo en esto, bueno, por si queda alguna esperanza de encontrar el modo de disuadir a la gente de que joda al prójimo. Y si no la hay, por completar el dibujo. Porque cuando alguien se cobra a un semejante, hay algo que exige que haya un perro dispuesto a cazar al cazador. Es un trabajo de mierda, pero alguien tiene que ocuparse».

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